sexta-feira, 4 de abril de 2008

Tierra Virgen



Alberto Vazquez Figueroa



Lenta, muy lenta, avanzaba la tarde.
Sentado en la rama, estudiaba el claro. Conocia de memoria cada flor, cada hoja, cada tallo, y aun los troncos de los árboles vecinos; sus copas, sus lianas, la sombra que daban en cada momento del dia, su olor e, incluso, su voz cuando los agitaba el viento. Comocia aquel claro como los rasgos de un ser amado; los ojos de su madre, la boca de Lola, el morro de Tom-Tom.
Lentas, muy lentas, avanzaban las tardes.

Sem comentários: